domingo, 30 de septiembre de 2007

TUS MANOS.

Sólo la necesidad rústica de sentir tus manos de obrero arrepentido, me hicieron de nuevo, como todos los jueves, llamar. Esa necesidad imperiosa que se me aparece como estallido de escarlatina los miércoles por la tarde, y que al anochecer se ha convertido en un delirio tan dulceamargo, que sólo puedo acallar tomando el teléfono para rogarte que vengas con tus manos proletarias a amortiguar las fiebres obsesas que me bajan de los pulmones al coxis y no me permiten pensar más que en el ardor, que producen tus manos, cuando se posan como mariposas primaverales sobre mis pechos nostálgicos de amamantar. Y como todos los jueves, te hiciste de rogar, me humillaste en la desidia del “no sé” o del “tal vez”, o del “creo que no” indefiniciones precisas, que manejas como un experto artesano del sadismo, hasta escuchar mi lamento rogativo de llorona de funeral, porque tú sabes perfectamente que de no venir, la vida se me detendrá de jueves a jueves y que la terciana semanal no me permitirá vivir más que pendiente del sueño de tus manos posesas de la satisfacción de mi necesidad, usufructo tuyo, polichinela de un titiritero refinado.
Y te reías al otro lado del teléfono, demorando el sí, para que subiera la fiebre del deseo que me producen tus manos, y esa noche te negaste irrevocablemente, dejándome en una oceanada de ira y llanto que no se me acallo hasta la madrugada, cuando llamaste para decirme que habías decidido venir, sólo por no dejarme en el hueco de la nada durante la semana y no porque tus manos necesitaran de mis pechos. Entonces supe, que la única forma de acabar con este entelequia era desprendiéndome de tus manos labriegas, de no existir ellas, yo quedaría libre de las llamadas, del llanto y de la humillación. Por eso, esa noche te eché en el vino unos polvos que me habían dado para dormir en el consultorio, y luego que tus manos aradoras habían sembrado cada uno de mis surcos derramando la ambrosia de mi vientre, esperé tranquilamente que el sueño te tomara en sus brazos acariciadores, y con la misma sierra que cortaba la leña, corte tus manos, guardándolas sumergidas en vinagre, dentro de la alacena.

3 comentarios:

melquiades dijo...

mis dedos sobre la punta de tus pechos, mis manos deslizandose por tu cuerpo como el sonido del timbal al interior de un buen son cubano, docil pero fuerte, sutil pero abrupto, mejor que el primero que lei, simple pero acogedor, predecible pero gustoso.

Unknown dijo...

ceci: soy Christopher, aquel que gozó de aquellas veladas, que solian quedar con gusto a poco después del adios.
me encantó "tus manos", muy bueno..

besos y cariños

Yanina dijo...

me gusto mucho "tus manos", creo que varias veces he querido quedarme con mas de alguna mano, quizás la parte egoísta de uno, de quedarse con algo del otro, atesorarlo, sersenarlo y hacerlo de una.Casi como guardarlas manos en una cajita para la necesidades que le nacen a uno, de auxilio, de S.O.S de cariños...y demases...
felicitaciones...muy bueno.